Las nubes, cuan cobardes, se quedaron abajo y no nos acompañaron hasta la cima, con lo que disfrutamos de un mar de nubes a nuestros pies, y un día pleno de luminosidad.
A la izquierda podéis observar a la pareja feliz en la cumbre. A sus pies, del mismo modo que las nubes, se halla un singular ejemplar de "pequeño humanoide", del que tan sólo se vislumbra su testa adornada de capucha sin par.
A la izquierda podéis observar a la pareja feliz en la cumbre. A sus pies, del mismo modo que las nubes, se halla un singular ejemplar de "pequeño humanoide", del que tan sólo se vislumbra su testa adornada de capucha sin par.
Las cabras montesas, salieron a saludarnos en gran número. Con gran jolgorio y alboroto las recibimos, aprovechando la técnica digital para lanzar unas fotos, que sin duda agradecieron. No hay más que observar la instantánea de la derecha para comprobar como posan altivas ante la cámara.
Nunca antes se vieron tantas cabras montesas por estos riscos calizos. Sin duda su población se ha incrementado en los últimos años, en esta tranquila Sierra del Endrinal.