El día de la celebración de la comunidad andaluza, al frente de la cual se sitúa con ánimo vitalicio un tal Chaves, amaneció con niebla y dudas, al igual que el futuro de esta tierra. Pero elevando el espíritu y sobreponiéndonos a los adversos eventos metereológicos, nos encaminamos hacia la Sierra de Grazalema, en concreto hacia el bello y cada vez más construido, que no habitado, pueblo de Benaocaz. Desde allí tomamos la senda de la casa de Fardela, para después continuar hacia la Sierra del Endrinal por la senda de la charca verde, para en una bonita trepada culminar el Monte Sin Nombre, antes de llegar a la citada charca. En el camino compartimos la jornada con buitres, vacas, conejos, aguilas, orquídeas, personal de avanzada edad, pero ánimo resuelto, y sobre todo con un pollino del color del caballo de Santiago, que se nos acercó con vivaz trote, siendo recompensado por ello, con blanco pan de cedrero horno. Posó con los dos humanos de corta edad, encontrándose entre ellos feliz y en gran armonía. Por algo será.
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